Comentarios de Jose-Antonio Burriel
Tras tres años de uno de los juicios más mediatizados de la década, la víctima de ‘La Manada’ ha roto su silencio escribiendo una carta a El Programa de Ana Rosa (Telecinco) y en ella habla sobre todo lo que ha ocurrido durante el proceso y de cómo se siente tras conocerse la sentencia, que finalmente los condena por violación a 15 años de cárcel.
En la misiva da las gracias a todas las personas que han hecho posible este final. Desde las autoridades hasta las asociaciones feministas que llevaron su caso a la calle.
Esta es la carta íntegra:
“Buenos días. Tras casi tres años este proceso por fin se ha terminado. Ha sido largo, intenso y, sobre todo, agotador. Lo peor no fue la situación vivida sino todo lo que vino después.
Gracias a todas las personas que se involucraron para ayudarme. No puedo haber sido más afortunada con la calidad de las personas que me han ayudado. Desde aquel juez de instrucción que nunca dudó de mí hasta el abogado que me tocó aquel 7 de julio de 2016 pasando sin duda alguna por la fiscal, médicos, policías, psicólogos y la pareja que me encontró. Son momentos en los que nadie sabe cómo actuar pero vosotros lo hicisteis fácil.
Gracias también a Pamplona y Navarra, que con todo su empeño han hecho más fácil que alguna vez pueda volver. Gracias de nuevo a las primeras asociaciones y personas por llevar esto a la calle formando un eco por todos los rincones de España. Gracias por no haberme dejado sola. Os estaré eternamente agradecida pero yo no soy ninguna heroína. La fuerza para continuar muchas veces me la ha dado todo el calor y apoyo que he sentido en este camino. No podemos olvidarnos que la lucha debe seguir y debemos ser el cambio que queremos en la sociedad. Ya que esto les ha supuesto la vida a muchas compañeras. Recordad: contadlo. No les dejéis ganar a ellos”.
Porque la mujer victima de la aberrante agresión sexual –violación con intimidación- ha sido –y el trauma es difícil de superar- víctima de una doble victimización: la de sus agresores –descerebrados machistas- y la de algunos medios de comunicación, que o dejaron de hablar de ella, de su posible consentimiento, de sus actuaciones tras el delito.
Y no puedo, ni quiero, dejar de referirme a la actuación del abogado defensor de los miembros de “La Manada”. Soy capaz de entender –toda persona tiene derecho a su defensa ante la Justicia- el interés y afán por demostrar que hubo consentimiento de la víctima. Pero hacerlo culpando a la mujer de lo ocurrido, intentando de demostrar por todos los medios su activa participación, desacreditando –podríamos decir “ultrajando”- a la víctima con afirmaciones acerca de su conducta previa y de su conducta posterior a los hechos, y hacerlo sin ningún tipo de prudencia y sentido común en los medios de comunicación durante tantos días de presencia en las televisiones y programas… ¡me parece conducta reprochable e indigna de un letrado!
El Tribunal Supremo ha puesto a cada uno en su sitio, pero el daño ya estaba hecho y el dolor clavado en la victima. Lo digo con sinceridad. En ningún momento dudé de la veracidad de la victima… ¡jamás! Y no lo hice porque de las actitudes de “descerebrados agresores” se desprendía meridianamente el tratamiento de la mujer como “objeto de posesión y de placer”.
Ahora nos toca a nosotros, los ciudadanos, resarcir de algún modo el daño causado a la víctima. ¿Cómo? Respetando la igualdad, dignidad y libertad de la mujer: la libertad de la mujer no la marca “el machista”, la decide la mujer con su consentimiento libre y claramente expresado.