Jose-Antonio Burriel
Hace unos días el profesor Emilio Lledó, Premio Princesa de Asturias y Premio Nacional de Literatura, a propósito de su último libro “Sobre la Educación”, concedía una entrevista a un medio de comunicación. Y me llamó la atención, entre otras cosas, como subrayaba que la educación está en estos momentos en manos de los medios de comunicación y de las redes sociales. Lo cual supone un verdadero peligro para educar correctamente. Y en referencia a la televisión Emilio Lledó señalaba: la televisión está contribuyendo sobre manera a estupidizar a los ciudadanos.
En los seis últimos meses he impartido un buen montón de charlas en los centros educativos. Y sobre el tema que me preocupa y al que dedico el máximo tiempo posible: la igualdad, la violencia de género, la violencia machista. Y, tras unas muy breves palabras de introducción, les he preguntado: ¿Qué opináis sobre estos tres temas? No me han extrañado sus respuestas al haberlas escuchado muchas veces: si hay machismo y también violencia de género, pero menos que lo que se piensa y de lo que se dice en estudios e informes. Algunos alumnos añadían: el tema se ha puesto de moda y todas las miradas se dirigen hacia nosotros.
Respecto a la igualdad la respuesta era rotunda: vivimos la igualdad. Y les inquiría en dialogo abierto y sincero: si somos iguales, hombre y mujer, ¿Por qué en las relaciones de pareja, en las recién estrenadas relaciones afectivas existen comportamientos machistas? Y para hacerles ver la existencia de esos comportamientos machistas, les señalaba algunos rasgos machistas en sus relaciones afectivas: control, acoso, dominio, superioridad, etc. Y en pantalla les ponía una viñeta del gran Forges: Ni soy tuya, ni eres mío, ni mi dueño, ni señor: tú eres tuyo, yo soy mía. ¡Y nuestro amor de los dos!
Silencio ante la viñeta y caras de comprensión. ¿Por qué esos elementos machistas en vuestras relaciones de pareja? Y antes de escuchar sus respuestas, les ponía por delante algunos rasgos de una relación sana:
- Una relación es sana cuando dos personas se quieren, se respetan y se divierten estando juntas.
- Es tratarse bien, con ternura y sin faltarse al respeto.
- Es aceptar y respetar las opiniones, gustos, actividades y amistades de la otra persona.
- Es apoyarse y ayudarse mutuamente en planes y proyectos aunque estos no siempre coincidan.
Las respuestas: muchas de esas actitudes machistas las vemos en nuestra familia, en los medios de comunicación, en programas televisivos, en canciones y videos. ¿Qué hacemos?
Y a la palestra y en la charla mi planteamiento: A amar, se aprende. Porque buena parte de la causa de la presencia del machismo en las relaciones afectivas entre adolescentes es que nadie les ha enseñado a respetarse y quererse. Y como la educación está en manos de los medios de comunicación y de las redes sociales…
Las campañas oficiales dirigidas a los adolescentes han tenido su eficacia, no lo dudo. Han facilitado, entre otras cosas, que, ante la existencia de violencia machista, se rompa el silencio para encontrar la salida. También los teléfonos puestos a disposición de los adolescentes para consultar situaciones, para buscar apoyo, han sido útiles y eficaces.
No opino lo mismo del enfoque que se ha dado en algunas charlas en los centros docentes: intervención de los agentes policiales para hablarles de los delitos y de la denuncia. ¡Se señala lo negativo y no se les enseña a amar y respetar! Otra advertencia: hay que enseñar a los alumnos a quererse, pero hay que enseñar a los profesores y a los padres para que estén alertas ante las posibles señales de machismo y puedan ayudar a los alumnos a enderezar el camino. ¡A nadar se aprende nadando!
Y con otra seguridad: hay que emplear en la educación para el amor, el lenguaje y los instrumentos tecnológicos que componen la “burbuja” en la que viven los adolescentes. Y no dudo en afirmar la necesidad de que los medios de comunicación y las redes sociales sean conscientes y responsables del daño que pueden causar a quienes han comenzado a andar el camino de la afectividad. ¡Y que los ya existentes Observatorios de la Violencia y de sexismo mal entendido no queden “en papel mojado”!