por Jose Antonio Burriel, presidente de la Asociación No Más Violencia de Género “José Antonio Burriel”.
Hay salida para todas aquellas mujeres que viven encadenadas en la prisión que representa la violencia de género. ¡Hay salida!
Y la salida es… ¡volver a recuperar una verdadera vida de una mujer: vivir en libertad, vivir con la dignidad propia y esencial de toda persona! No nos equivoquemos. La salida no es solamente alejar al agresor de su vida; la salida es recuperar la vida. La salida no es solamente estar atendida en los términos que señala la ley. La salida es volver a vivir una vida plena.
Es por ello por lo que insisto en que no se insista tanto en la denuncia. ¡La mujer debe saber que, tras la denuncia, tras las ayudas precisas, va a poder vivir como una mujer más entre las mujeres! La salida implica que la mujer en su caminar, va a poder hacerlo sin la herida que ha lastrado su vida; que va a caminar con todos los horizontes a su alcance.
Y para ello son necesarias varias cosas. Es necesario en apoyo institucional y social para que la decisión de acudir a la Justicia sea firme y definitiva. Y así será si, por ejemplo, la mujer está convencida de que no va a existir una victimización secundaria. Con otras palabras, que a la mujer se la va a creer cuando denuncie, que va a ser protegida eficazmente. Para ello, para que el paso decisivo de acudir a la Justicia sea firme, la mujer debe saber que se van a poner los medios previstos en las leyes: ayuda económica, vivienda si es necesario, ayuda psicológica y social para recuperarse personalmente y reinsertarse con plenitud de nuevo en la sociedad, y empleo para sobrevivir y poder desarrollar todo su potencial como persona.
Se necesita el apoyo institucional, por supuesto. Pero la mujer, encadenada y anulada por la violencia de género, debe saber que son muchas las personas e instituciones que le tiende su mano para que encuentre la salida, para que recupere su vida. ¡Ahí están, por ejemplo, “Amigas supervivientes”!.
Tengo el honor, así lo considero yo, de conocer a las mujeres que componen “Amigas Supervivientes” en la Comunidad Valenciana. Son mujeres que han sido víctimas de violencia de género, y…hay encontrado la salida, y han recuperado su vida, y están en condiciones, presentes y futuras, de desarrollar todo su potencial como personas.
Son mujeres que han restañado las heridas, que siguen presentes en su vida pero no como lastres, sino como memoria para ayudar a las demás mujeres. Ofrecen sus testimonios para animar a dar los pasos necesarios para encontrar la salida y alcanzar la meta. Pero sus testimonios no son un modo de buscar condecoraciones, por decirlo de algún modo, ni ser aplaudidas por su valencia y lucha. ¡En modo alguno, y doy fe de ello! Las mujeres de “Amigas Supervivientes” de Valencia están ahí, para tender la mano a las mujeres que lo necesiten, para contarles sus experiencias y luchas, para caminar juntas y hacer más fácil el camino. No se presentan como “heroínas”, sino como personas normales que sufrieron las cadenas de la violencia de género, y que alcanzaron la libertad y la dignidad tras esfuerzo y luchas.
Tienes esas mujeres de “Amigas Supervivientes” de Valencia alegría, que contagia; convencimiento de que hay salida, que convence; solidaridad con todas las mujeres, que anima a ser solidarios.
Les dejo con un recorte de prensa sobre el Congreso celebrado hace unos días en Valencia. Sean las palabras de estas líneas un homenaje a su valor. Sean un agradecimiento por el ejemplo de sus vidas. Sean, en definitiva y es lo más importante, un acicate para que las mujeres víctimas de violencia de genero se animen a dar el primer paso… ¡hay salida!
«Somos supervivientes; que dejen de vernos como mujeres con el ojo morado»
Nace en Valencia una red de ayuda a maltratadas que pide acabar con el rol estigmatizador de víctima
30.11.2013 | 01:52
PACO CERDÀ – VALENCIA – Iba a ser un minuto de silencio por Empar Barrón, pero al final fueron cinco de aplausos espontáneos, de palmas ruidosas y sentidas en memoria de esta nueva vida rota que, en la sala del Primer Congreso Internacional de Mujeres Supervivientes celebrado ayer en Valencia, era recordada por tres símbolos: una silla vacía sobre el escenario, porque ahora queda una superviviente menos; una rosa roja, ya que sólo tenía 26 años; y una vela iluminada, pues su luz sigue encendida y puede alumbrar a muchas mujeres capaces de evitar ese final.
Fueron cinco largos minutos de labios prietos, lágrimas en los ojos o las mejillas y miradas perdidas. Pero siempre entre aplausos, entre ruido. Seguramente porque las víctimas de la violencia que llenaban la sala y que han logrado escapar del horror cotidiano de la peor cara del machismo no quieren que esta lacra se silencie, que se vea como una desgracia inevitable.
Casi un centenar de maltratadas de toda España allí reunidas reivindicaron su condición de supervivientes capaces de todo como cualquier persona más. «Queremos que la sociedad deje de vernos como mujeres con el ojo morado, porque, si no, sufrimos una doble victimización, que conduce a la exclusión social», sintetizó Ana Bella. Ella preside la fundación homónima que organizó el congreso y que ayer impulsó la creación de una Red de Fundaciones y Asociaciones de Mujeres Supervivientes cuyo objetivo es ayudar a las que todavía sufren el calvario.
Dormir con un cuchillo y un móvil
En esos minutos de aplausos se veía a Carmen, una sudamericana de 57 años afincada en Madrid que no se atreve a dar su nombre. Durmió muchos años con un cuchillo escondido en el cajón de la mesilla de noche y con el móvil siempre a mano para llamar al 016. «Me decía que iba a matarme, que de esa noche no pasaba», recuerda mientras imita el gesto de cortar el cuello que le hacía su marido.
Carmen se encerraba en su habitación dormían separados y temblaba de miedo cuando lo oía levantarse de noche. Iba a orinar o a beber, pero Carmen siempre temía lo peor para ella o para su hija, también acobardada en su cuarto. «Ese infierno se te queda marcado para siempre», masculla. En mayo logró el divorcio. Ahí acabaron las amenazas.
Las últimas amenazas fueron las que no quiso oír María del Rocío, de Cuenca. ¿Quiere que ponga su nombre? «Sí, yo no he hecho nada malo», responde sin titubeos. Le lloran los ojos al explicar cómo el brutal asesinato de Empar ha hundido la moral de este encuentro de supervivientes que quieren lanzar el mensaje de la esperanza. «Yo intento no pensar en ello porque no quiero que me invada la tristeza. Me hace mucho daño que una chica, por el mero hecho de ser mujer, y que no haya tenido la oportunidad de decir “basta” y denunciarlo, haya acabado su vida así. Pero, al mismo tiempo, me da mucha fuerza para salir adelante, me da ganas de gritar “se puede”».
Ella sacó fuerzas para romper en 2006 los grilletes de la violencia doméstica y marcharse de casa, abandonar a su pareja y pedir ayuda a su hermano mayor. «Me entró pánico al darme cuenta de dónde estaba metida y cómo podía terminar. Porque yo veía la televisión y no quería acabar como las mujeres que salían en las noticias», cuenta a sus 41 años.
Al cabo de un mes de marcharse, un domingo recibió «entre 60 y 80 llamadas de teléfono con mensajes de voz en todas ellas» de parte de su pareja. «No escuché ninguno porque no era capaz», admite. En cambio, sí llevó los mensajes a la policía. «Eso provocó que, tras mi denuncia, un juez dictara una orden de alejamiento y luego lo condenara a dos años de prisión», que no cumplió por carecer de antecedentes. Hace poco, María del Rocío fundó su asociación de ayuda a las maltratadas en Cuenca. Le ha dado la vuelta a la tortilla: de maltratada a socorrista del maltrato.
Todas quieren que su testimonio sirva de ejemplo de superación para otras mujeres. Ayer tuvieron el apoyo de la delegada del Gobierno para la Violencia de Género, la delegada en la C. Valenciana, la alcaldesa de Valencia, la consellera de Bienestar Social y el presidente de la Generalitat. A ellos, a los políticos, se dirigió Ana Bella. «Nosotras somos fuertes, pero les necesitamos a ustedes. No nos olviden, por favor», dijo. Y la silla de Empar siguió ocupada por el vacío.
Enlace a la página del congreso en la web de La Fundación Anabella: http://www.fundacionanabella.org/noticias/item/211-i-congreso-internacional-de-mujeres-supervivientes.html