por José Antonio Burriel, presidente de la Asociación No Más Violencia de Género “José Antonio Burriel”
En 2013 fueron juzgados 151 menores, un 5% más que el año anterior, según los datos hechos públicos en el Informe del Consejo General del Poder Judicial. Unos datos que se corresponden con otros estudios, como el del Ministerio de Sanidad: aumenta el porcentaje de chicas que reconoce que han sufrido conductas violentas; se repiten los arquetipos machistas en la adolescencia; las nuevas tecnologías coadyuvan a ese repunte de estereotipos. Un dato positivo: la sensibilización ha crecido; se comienza a reconocer la existencia de conductas machistas entre los adolescentes; se reconoce que el machismo y sus conductas no es solamente cosa de adultos.
¿Es suficiente con advertir el problema? ¿Es suficiente con constatar una mayor sensibilización? Evidentemente, no. Son precisas acciones eficaces para erradicar y prevenir la violencia de genero entre adolescentes. Unas acciones que deben responder a la existencia del problema y a las características de la vida actual de los adolescentes. Y a veces se olvida.
Una insistencia casi única en la denuncia puede no ser eficaz y, en ocasiones, hasta contraproducente. El adolescentes por su misma naturaleza es rebelde, las imposiciones le revientan. Y, si acudir a la Justicia o a la Policía es costoso para los adultos, más lo es para los adolescentes. ¿Se piensa lo que representa para un adolescente la intervención policial o judicial? Es la intervención de “un mayor”, de “una institución” en sus vidas, en unas vidas en la que quieren ser los adolescentes protagonistas, protagonistas de su propia historia. Y, en ocasiones, no se tiene en cuenta que esa intervención policial o judicial, además del trauma que causa, y lo causa, les separa del grupo, de “la tribu” en la que viven. ¿Qué hacer?
Otra cosa. Si todavía son muchos, muchísimos los adolescentes, que no reconocen las conductas machistas –los celos forman parte del amor, me controla porque me quiere y me protege, etc., ¿cómo hacerles llegar la sensibilización, abrirles los ojos ante una realidad que les daña ahora y en el futuro?
Puedo estar equivocado, aunque mi experiencia en este último año resulta positiva y gratificante. El adolescente inicia una relación novedosa para él y gratificante: la relación de pareja. Y por muchos motivos –compañía, cariño, ayuda, etc.- se siente feliz. Más aun, estrena una relación que le hace sentirse ya lejos de la infancia y más cercano al mundo adulto.
Y como todo aquel que estrena una relación –e ilusionante- el adolescente quiere “estrenarla”, es decir, ser el mismo el protagonista y no vivirla a golpe de lo que dicen os demás, de las normas y criterios que se le exponen, algo que el adolescente considera “impositivo, autoritario, proveniente de un mundo que esta lejos de la burbuja en la que vive”.
¿Qué hacer? Reforzar el protagonismo que el adolescente quiere tener. Pero reforzándolo proporcionándole claves para que ese protagonismo sea positivo y enriquecedor, para que este protagonismo no dañe su vida. ¡Y hacerlo de modo positivo! ¿Cómo?
Permitiéndole contrastar su experiencia con la experiencia de otros adolescentes. Dándole claves positivas para que la relación sea positiva, y no elementos negativos que le creen traumas y prejuicios. Y todo ello, insisto, de un modo en que el adolescente se considere verdadero protagonista de su relación afectiva. Para ello… ¡las redes sociales! Unas redes sobre las que se alerta día si y día también de los peligros que encierran, pero que dejan en zona sombría las ventajas que representan en este mundo de la comunicación.
“Pinchen” en la web “adolescentesinviolenciadegenero” y sabrán de que estoy hablando: mensajes positivos, sugerencias de los propios adolescentes e iniciativas que secundan como protagonistas, seguimientos de la web y de su muro de Facebook. Hasta ahora, y desde hace unos seis meses, en una comarca de la provincia de Valencia. Dentro de unas semanas en toda la provincia. Y requerimientos de otras zonas de España para proyectos semejantes o iguales. Es un comienzo, pero esperanzador. ¡Daremos un nuevo impulso!
Es cierto que la sensibilización esta aún bajo mínimos, también que las denuncias se han incrementado. Ayudemos a los adolescentes a que ellos mismos tomen la iniciativa, a que sean ellos mismos sean protagonistas de su historia, a que vivan la igualdad, libertad y dignidad que estereotipos machistas de otros tiempos y actuales resultan trabas e impiden una madurez plena.