Por José-A. Burriel
Cómo me gustaba de pequeño y estrenaba zapatos o estaban muy limpios y había llovido, pisar los charcos de agua en las aceras; eso sí, haciéndolo disimuladamente –como si no me diera cuenta o diera un paso en falso- para evitar la bronca de mis padres…Pues, voy a pisar “charcos”, pero con la intención de componer esa extraordinaria escena de “Cantando bajo la lluvia”; es decir, haciéndolo a propósito.
Primer charco: la llamada Ley Integral.
Su nombre completo y auténtico es: Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.
- Y se blande esa ley como instrumento legal y principal para combatir la violencia que se ejerce sobre las mujeres por el hecho de ser mujeres; por los hombres como acción de quienes se creen superiores -el hombre sobre la mujer-.
- Y surgen los problemas: ¿solamente hay un género? Y, como consecuencia los hombres –machistas o no- se sienten discriminados. Y aparecen “los fantasmas”:
- Si se “maltrata” a los hombres con esta ley; si se criminaliza al hombre; que si las mujeres se aprovechan de las medidas de la ley; que si…
Pisemos este charco
Vaya por delante que, siendo el pensamiento machista dominante en nuestra sociedad –el hombre es superior a la mujer y la desigualdad se instala en la sociedad a todos los niveles-, no es de extrañar que lobbys machistas –haberlos los hay- lancen campañas de desprestigio –sapos y culebras- sobre la ley. Pero no se puede olvidar que esa crítica a la ley también la sostienen hombres bien intencionados y no solamente “activistas” del machismo.
- La Ley fue avalada por el Tribunal Constitución de un modo claro. Algo que están olvidando quienes ahora se lanzan a hacer propuestas para arañar unos cuantos votos.
- Que la Ley –bandera de la lucha contra el machismo- no puede ser utilizada “políticamente”. Se habla de un Pacto de Estado, pero con la boca pequeña.
- Que el término “género” es utilizado por algunos grupos en su acepción marxista. Con otras palabras, se afirma que la mujer es mujer por la socialización y no por su específico sexo. ¡Como personas somos iguales, aunque diferentes: unos son hombres y otros mujeres, y lo son genéticamente!
- Y cuando surge la ideología sectaria, comienzan los problemas.
Segundo charco: realidades en torno a la Ley
Y son realidades, aunque algunos –para llevarse el ascua a su sardina- las magnifiquen. Y otros las minimicen para seguir en su status de acciones o pretensiones.
- Denuncias falsas; negar que existen, es negar la realidad, ¿Cuántas? Que los organismos específicos nos lo digan. Pero huir del tema, referirse a él como una falacia de los “enemigos” de las mujeres equivale, entre otras cosas, a aumentar el bulo.
- Denuncias cruzadas; torticera acción que se lleva cabo .y en casi todas las ocasiones por indicación “iletrados” para paliar las denuncias del otro. Es decir, “el más tú” de la corrupción trasladado a la violencia sobre las mujeres.
- Violencia de la mujer sobre el hombre. Otra realidad existente. ¿Alguien duda de que en las relaciones de pareja se puede dar la violencia? Pues se mira hacia otro lado, o se ignora el problema, o se considera un ataque contra los esfuerzos por la igualdad
Pisemos el charco
- En primer lugar, no esconder la cabeza bajo tierra como hacen los avestruces.
- En segundo, lugar, una acciones más decididas de la Justicia respecto a las denuncias falsas y las denuncias cruzadas,
- En tercer lugar, una mayor atención de la Justicia a la violencia psicológica como un acto más de violencia delictiva sobre el otro.
- Y no olvidemos que cuando estos “charcos” no se pisan para saber su hondura y su peligro, se está restando credibilidad a las denuncias de la mujer.
Tercer charco: campañas y “banderas”
- No tengo duda alguna de que la autoridad competente debe lanzar campañas para la sensibilización de la sociedad. Así lo hace, y algunas campañas son excelentes. Pero los carteles de las campañas quedan sobre las paredes de los organismos públicos y de algunas asociaciones. Pero los spots televisivos se diluyen entre tanta publicidad de la televisión. ¿Llegan a pie de calle?
- Además, el ciudadano se está acostumbrando a que “las banderas” de la lucha por la igualdad y la no violencia las porten las autoridades públicas. A los que se unen otros “abanderados”: asociaciones de mujeres, lo que es lógico. Pero se crea la sensación –así se siente en la calle- que estamos ante algo de “mujeres casi casi versus hombres”.
- Y para que “el charco” se haga más grande, surgen insinuaciones de que grupos o asociaciones se “aprovechan” de esas “banderas” para su protagonismo, o subvenciones o tratos de favor. Que hay mucho de injurioso en esto, sin duda. Pero también realidad, y no hay que esconderlo.
Pisemos el charco
- Ahondemos en la sensibilización de la sociedad para que sean los movimientos que surgen directamente de los ciudadanos quienes lideren las acciones y las exigencias. ¡Dejemos que sean esos movimientos ciudadanos quienes `porten “las banderas” sin quitarles protagonismo!
- Respetemos las acciones de todo, su modos de luchar por la igualdad y erradicar la violencia y no intentemos “monopolizar”, ni tampoco “politizar”
CONCLUSIONES
Dejo de pisar “charcos” aunque aún quedan algunos. Me alargaría en demasía. Y unas cuantas conclusiones –según mi leal saber y entender- que también podían ser más, pero son ya muchas líneas.
- Si queremos avanzar en la consecución de la igualdad y la no violencia, vayamos a la raíz: el pensamiento machista importante en la sociedad.
- Y hagámoslo desde sus inicios: trato despectiva, palabras injuriosas, desprecios, humillaciones, etc.
- No se debe olvidar que el asesinato de una mujer es la punta de iceberg del machismo, que es el último escalón de la actitud machista.
- Solamente si la sociedad es consciente de la existencia del machismo en la vida y relaciones cotidianas, será capaz de poner todo su esfuerzo en erradicarlo y que no se “llegue” a la barbarie de la agresión mortal.
- Con otras palabras, la educación desde los inicios.
- Pero una educación que no señale culpables, que no criminalice, sino que enseñe valores.
- Estamos ante una reivindicación de “la persona”, y no en algo que atañe a la mujer o al hombre: ¡hay que conseguir que seamos personas en la plenitud del concepto!
- Y el problema lo hemos de resolver todos y no solamente la Justicia o la Policía o determinados grupos o los expertos: ¡Los ciudadanos al unísono, con una sola voz!
- Y no tengamos miedo de “pisar los charcos”: solamente la luz puede acabar con las sombras