Terminan las fiestas navideñas con los Reyes Magos y la ilusión que provocan en los peques y también en los mayores, al menos en mi caso, porque siempre espero el regalo sorpresa de mis hijas o de mis nietos: un búho, un libro, un payaso de peluche.
Comencemos con los Magos de Oriente. El búho simboliza desde los primitivos tiempos el símbolo de la sabiduría por sus ojos abiertos en visión panorámica que todo lo observan. Porque la sabiduría es tener los ojos bien abiertos y prestos a observar la realidad del momento: la realidad presente y la realidad del futuro que se vislumbra, la realidad de la vida cotidiana y la realidad de la convivencia entre las personas; y, si reflexionamos en nuestra intimidad, la realidad de nuestros afanes y pensamientos. Ese conocimiento de la realidad nos permite alcanzar la sabiduría: la respuesta prudente y responsable de nuestra conducta, porque saber no es conocer más cosas, tener más conocimientos, sino ser mejores con nosotros mismos y con los demás.
Desconozco si los Reyes Magos de Oriente aprendieron del simbolismo del búho. Pero esos personajes tenían bien abiertas sus esperanzas en acontecimientos que trasformaran sus vidas y las de la sociedad. Y ante el atisbo de que ese momento había llegado, no dudaron en ponerse en camino tras la estrella que les guiaba. ¡Y llegaron a Belén, a un escueto pesebre! Y supieron, postrados de rodillas ante el Niño Recién Nacido y ofreciéndole sus presentes, que ese nuevo tiempo había llegado: Paz a los hombres de buena voluntad; es decir, paz a quienes desean verdaderamente esa paz, la convivencia con respeto a todos, el caminar el camino con todos, el vivir con la mano tendida para quien necesite ayuda.
Así entiendo yo la presencia de los Reyes Magos en nuestras vidas: ilusión y alegría ante el nuevo tiempo, Y, si me aprietan, la presencia ante el Pesebre de los sencillos pastores, mejor que mejor. Ellos, los pastores, cuidaban sus ovejas. Ellos, los pastores, cubiertos con sus mantas y saciando su hambre con queso y pan, escucharon el aviso del cielo de que en Belén comenzaba una vida nueva… ¡no lo dudaron –tenían tanta ilusión por alcanzar la meta en su caminar- que allá se fueron! Y, ante el pesebre, acompañados de un buey y una mula, se unieron la sabiduría y riqueza de los Magos y la sabiduría de los sencillos pastores.
Y esa escena es la que provoca en mí una ilusión alegre: todos, poderosos y humildes podemos encontrar una nueva y más humana felicidad: amor, convivencia, diálogo, amistad. Para ello solamente se nos pide tener siempre bien abiertos los ojos ante los valores que nos hacen más fuertes y mejores, que nos hacen verdaderamente humanos.
Y mientras disfrutamos con los regalos de los Reyes Magos, comencemos a disfrutar con lo recibido junto al Pesebre en compañía de los Magos y de los pastores: Paz permanente, alegría constante y acompañar con las manos tendidas a todos los que caminan junto a nosotros.
JOSÉ-ANTONIO BURRIEL